
Tienen razón las hojas de este árbol
Que se mecen a capricho del viento
No se equivoca el agua en su trayecto
No hay ley en su curso que impela camino alguno
Duerme manso el niño, y la luna lo besa desde el postigo entreabierto
No hay animales sedientos, pues a la vera del río crecen.
Y la muerte no es un asecho constante
Es sólo un momento que sucede en toda vida.
El cuerpo es un viejo sabio
Que antecede a nuestras conciencias
Él se queja con furia cuando le imponemos
Dogales, riendas foráneas
Inclinémonos empujados por el viento
Hagamos la revolución de volver a la senda perdida
Que no nos impongan sus leyes los inhumanos
Que dejen tranquilo nuestro tránsito nimio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario