sábado, 28 de febrero de 2009

jueves, 12 de febrero de 2009

Colibrí

Registrado en Safe Creative



Un colibrí me visita todas las mañanas
es decir, visita el jardín de mi casa.
Con su batir de alas y su verde-azulado lomo,
este pájaro diminuto me representa.

Ensimismado en las flores
preocupado por extraer su alimento
no sabe del paisaje, no sabe de belleza alguna.
Como yo esa ave se indigesta de sí misma.

¿Por qué bate sus alas tan rápidamente (50 veces por segundo) el colibrí?
Para mantenerse en el aire quieto y así poder
consumir la enorme cantidad de néctar,
que su cuerpo requiere ante tal esfuerzo.

Que íntimos somos los colibríes y yo.
Que tremenda naturaleza la nuestra.
¿El que pasa por el jardín en este momento
se preguntará también por su absurdo existir?

viernes, 6 de febrero de 2009

Zamba del Laurel. Claudia Piran

Registrado en Safe Creative

Intérprete: Claudia Piran

Compositor: Cuchi Leguizamon y Castilla

miércoles, 4 de febrero de 2009

Impostura

Registrado en Safe Creative


Erotismo desmedido y a contra mano
Desprolija intuición que evoca vómitos
El amor está allí donde no está,
Donde el rechazo conmueve

Brillan más esas luces distantes
Que los cuerpos próximos.
Aquellas son el material del arte
Estos, apenas una monotonía de horarios y palabras.

En la fugacidad de una mirada cómplice
Se recrea la historia del hombre
Al desear lo impropio.

Muerte y rechazo son los límites
Que intentamos franquear
Rumiando palabras, cantando emocionados…

Saber perdida la batalla de ante mano, es tener esperanza.

Modalidades

Registrado en Safe Creative

Me niego rotundamente a ser un escritor de método, de estilo. Por eso blasfemo al llamarme escritor. La conjugación de mis palabras intenta reflejar un compromiso con la nausea existencial, con la vivificación de lo pútrido. No quiero escribir encolumnado, no quiero publicar mis aberraciones en cadena. Escribo porque no sé otra forma de humanidad, porque descreo del mecanicismo apícola que alimenta a las empresas, a las industrias; a los productores de nuestras obesidades y también de nuestras desnutriciones. Tampoco imagino un mundo alternativo, no me evado cuando compongo mis poemas o mis narraciones. Escribo porque soy víctima de una constante tormenta de emociones, lo mismo que el violador o el altruista. Porque soy responsable de inescrupulosos abusos y de magníficas obscenidades.
Mantengo una distancia prudente con lo sistemático y quiero ser gobierno de ese sistema, aunque mi falta de método descomponga mis intentos revolucionarios. Qué se yo de la prudencia, de la agonía depresiva de los excesos de eticidad, por qué ha de extrañarme que el león hinque su diente sobre el débil. Y sin embargo cuántas veces he mirado de reojo a los bebedores de sangre, a los comedores de cuerpos, a los caníbales piadosos y caritativos, intentando hallar un salvoconducto para mi sufrimiento. Pero rápidamente desbarato esa ira acudiendo a otro salvoconducto, que me devuelve el alma al cuerpo y la arraiga a mi carne, de donde nuca debió salir imaginada.