miércoles, 15 de julio de 2009

abundancias y anemia

Registrado en Safe Creative Estoy parado en medio de la incertidumbre, de nuevo. Otra vez parece imposible que pueda iluminar mis propios pasos en la noche del azar del mundo; no encuentro otro remedio que el de quedarme quieto, en silencio. Cualquier dirección es la misma, no se ajustan las formas, no hay colores; sólo el negro manto de una nocturnidad sin luna.
Y esa inquietud que nace en mis entrañas me pide algo distinto, esta ansiedad necesita de arco iris y de vuelos elevados. Y al no poder dárselos sucede como una dilatación del tiempo, parece que nunca llega la claridad del alba. Y sin embargo recuerdo que la semana pasada esas luces se sucedían día tras día, noche tras noche. Pero es un recuerdo mesquino porque no importa la clave que enciende esos destellos.
De nuevo estoy aquí, escribiéndome para inscribirme en el discurso que me explique la nausea de mis horas subterráneas, con la esperanza de que tal vez en este espejo de letras, halle algún sortilegio que corrompa las barreras de mi inconsciente, y me devuelva la combinación maestra de la bóveda en que se alojan mis ganas de vivir.
Como aquel mago tribal del relato de Borges, cuento con pocos instantes de luz para descifrar el enigma, y es desesperante atisbar la solución en el instante en que la luz cesa, porque en la obscuridad el enigma reconfigura sus formas. La condena insolente a la que he sido remitido es la misma que la de cualquier paria, en el cruzar de nuestras miradas adivinamos nuestra misma suerte. El que duerme en una esquina de la ciudad, en un banco de plaza, el que ha sido sepultado en un manicomio, todos somos el mismo hombre con la misma condena.
Ahora, en este preciso instante comienzo a entender algunas cosas, el oscuro azar del mundo es el enigma y cada uno de nosotros ocupa azarosamente su sitio, pero no hay sitio, ésta palabra es sólo una comodidad literaria. La luz que imploro es el ejercicio de algún orden que disuelva el azar, es una ficción. Y la realidad, la solución del enigma, son estas ganas de morir o de escribir que me han dado.

5 comentarios:

Cecilia dijo...

Creo que el azar es así como el consuelo más firme que podemos tener frente a situaciones que son adversas. No sé si sea parte de un autoengaño, pero al menos como que nos sacamos parte de responsabilidad. Bien ahí que siga escribiendo y ano abandone. (Ceci Vila)

Jorge Andrés Costela Cortez dijo...

Cecilia, me sorprende esta mirada tuya sobre el azar. Vos sabés que tengo un sentimiento opuesto al tuyo, por momentos; el azar me parece catastrófico. Siento que el
caos de un universo intersubjetivo sumido en lo azaroso, no me permite tener alguna seguridad. Pero después, a veces, pienso como vos, en que al fin y al cabo es un alivio.

Anónimo dijo...

Nelson dijo:Que sensación de náusea compartida; me encantó que me recordaras al mago borgiano...la sincronía es perfecta...ahora, gracias a tu intento literario, puedo comprenderme, en mi absoluta incertidumbre, hija del enigma. Gracias, mi amigo

Anónimo dijo...

Adriana dijo: "De nuevo estoy aquí, escribiéndome para inscribirme en el discurso que me explique la nausea de mis horas subterráneas"...declaración si la hay-

Fernando dijo...

Ni "borgiano", ni "proustiano", ni nada de eso...Es una experiencia neta y puramente "COSTELIANA"...Felicitaciones, colegamigo, y siga por esas búsquedas auténticas, solucionando el enigma con sus ganas de lo segundo, porque la muerte también puede conocerse escribiéndola...